El 21 de Mayo del 2017 será recordado por muchos socialistas como el día en que resurgió el poder del militante de base. Los tres candidatos en disputa, Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López, pusieron sus propuestas de futuro a valoración de los militantes del Partido. El resultado fue el esperado para algunos y sorprendente para otros. Pedro Sánchez ganó con más del 50% de los votos. Una victoria indiscutible.
Tras los primeros recuentos, surgen las primeras declaraciones a través de los medios de comunicación, “el militante se ha expresado en libertad, ahora toca unirnos todos bajo nuestro Secretario General”. También se realimentan los inevitables chistes y vejaciones sobre los candidatos perdedores, algo inevitable que impregna a la condición humana y que se acrecienta si el objetivo hace referencia a otro sexo; y eso que no paramos de insistir en nuestro carácter progresista y feminista. El día siguiente, los medios de comunicación, las tertulias, etc., inundan el éter de noticias provocadoras buscando carnaza y enfrentamiento donde no lo hay; eso sí, confirmando en su mayoría el fin de una era socialista, la que surgió en Suresnes en 1974, arrastrando con cierta crueldad no solo a los históricos ganadores de ese evento, sino a la historia que representaron.
Ahora es tiempo de calma, solo queda conocer el resultado de las propuestas renovadoras que servirán para dar el pistoletazo de salida y, finalizado el envite, vuelta a empezar con el reloj a cero. De momento seguimos donde estábamos hace un año con dos ligeras variaciones; el cambio del “no es no” por el de “si es si”, algo hemos ganado; y por otro lado, el nuevo enfoque a la llamada izquierda popular protagonizada por Podemos. Solo queda por demostrar que dirá el votante socialista ante esta nueva coyuntura y, si esta “Primavera Roja” impactará en la sociedad española,… pronto lo veremos. Sin embargo, desde Ágora Socialista vemos con optimismo la nueva actitud de los nuevos dirigentes uniendo esfuerzos mediante debates conjuntos de sus Ejecutivas, buscando nuevas oportunidades de encauzar el problema político y social en Cataluña. La Declaración de Barcelona es muestra de ello. A este respecto y como conclusión de este documento me permito repetir dos estrofas del escritor peruano afincado en Barcelona Santiago Roncangliolo que he encontrado en el libro del compañero Josep Borrell… ya saben… Los cuentos y las cuentas del independentismo.:
“Durante décadas, su bilingüismo perfecto ha sido la señal de una sociedad culta, orgullosa de si misma y dialogante a la vez. La protección del catalán en la educación fue un ejemplo para las lenguas autóctonas americanas, antes de convertirse en todo lo contrario: un esfuerzo por borrar al otro.
Basados en un elevado concepto de su propio cosmopolitismo, los nacionalistas están construyendo una sociedad más provinciana. Por enormes que sean sus banderas en plazas y estadios. Por fuerte que griten en catalán e inglés. Por muchas embajadas que quieran abrir. Su único proyecto cultural es precipitar a Cataluña orgullosamente hacia la irrelevancia.”
Eduardo Valencia, Presidente de Ágora Socialista, Julio del 2017.
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