Los socialistas catalanes se han sometido a un suicidio colectivo. La dirección de Pere Navarro ha dado tantos bandazos que ha dejado en fuera de juego a propios y extraños. Le ha faltado criterio político, y tacto interno, para evitar que la fractura se ampliara. Por su parte, los díscolos han tensado la cuerda amparados por la propaganda mediática en la que si apuestas por el derecho a decidir eres un patriota con derecho a todo. Si criticas el proceso soberanista eres un paria que no tienes derecho a nada.
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