A lo largo de la actual democracia, la postura del nacionalismo catalán ante ETA ha sido siempre enormemente turbia. Se han reprobado los métodos pero no las razones. La culpa de la violencia era, en el mejor de los casos, compartida. Los terroristas mataban, sí, pero el Estado no quería negociar. Según trascendió el día en que se destapó el asunto, el propósito de la entrevista había sido el de lograr un acuerdo para que ETA dejara de atentar en Cataluña…
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