Otra vez la lengua y «nuestra identidad»

A raíz de la última sentencia del TSJC sobre la escolarización de alumnos que solicitan el castellano como lengua vehicular, hemos vuelto a leer y escuchar notables tergiversaciones de lo que dice la sentencia. Especial desagrado me ha causado la columna de Pilar Rahola

Francesc Moreno en El Debat> 12/4/2013  

No me gusta reiterar una opinión. Pero en Catalunya tenemos muchos aprendices adelantados de Goebbels empeñados en hacer realidad que una mentira mil veces repetida se transforma en verdad. Por eso es necesario responder, no quedarse mudo, aunque a veces dan ganas de tirar la toalla, ante el potente aparato propagandístico del nacionalismo catalán. No es una exclusiva catalana, pero como catalán me dedico a denunciar los excesos de mi tierra que es lo que me toca prioritariamente. Los excesos de los otros no justifican los propios.

A raíz de la última sentencia del TSJC sobre la escolarización de alumnos que solicitan el castellano como lengua vehicular, hemos vuelto a leer y escuchar notables tergiversaciones de lo que dice la sentencia. Especial desagrado me ha causado la columna de Pilar Rahola en ‘La Vanguardia’ de hoy viernes en que compara la sentencia con la Brunete. Pilar Rahola, como tú sabes mejor que yo, te dedicas a la agitación y propaganda y abonas una especie de «escrache escolar» lo que en una persona con tu sensibilidad contra los abusos de los totalitarismos hacia las minorías me parece especialmente grave. Admiro tu inteligencia y tu capacidad dialéctica. Pero si relees tu escrito fríamente creo coincidirás en que te has pasado.

Trataré de aclarar algunas cosas:

1. Desde la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut ha quedado fijada la postura de los tribunales en materia lingüística. Se resume en que el castellano ha de ser también lengua vehicular, lo que no significa que el catalán haya de desaparecer de las aulas sino simplemente que alguna asignatura debe ser dada en castellano. Y es la Generalitat la que debe fijar la proporción entre catalán y castellano en función de los parámetros que crea convenientes, pero que en ningún caso pueden reducir el castellano a una asignatura de lengua. Vamos, que dando una sola materia en castellano se cumple con el Tribunal Constitucional. ¿Acaba esto con el catalán? ¿Es esto lo mismo que dar todas las clases en castellano como se hacía durante el franquismo y abona Rahola, al hablar de sentencia de ocupación y de Brunete? Por favor, se pueden tener opiniones distintas pero no deberíamos tergiversar los hechos.

2. La atención individualizada a los alumnos es una forma de discriminación que busca que nadie la pida. Ningún niño quiere estar marcado. Y de eso Rahola también tendría que saber. Nadie quiere sentirse un extraño. Un marginado. Además la atención individualizada parte de la consideración de que el castellano no debe estar presente en las aulas. Es una excepción transitoria que estigmatiza. A los que hablan de derechos humanos deberían leer las recomendaciones de la UNESCO sobre este tema

3. Rahola, y otros, hablan de ataque directo a «nuestra identidad». ¿Cual es «nuestra identidad»?. En Catalunya muchos tenemos una identidad dual y no queremos que nos amputen una, ya sea la castellana o la catalana. A mí me pasa como a Stéphane Dion político del Quebec que en una entrevista publicada hoy en ‘La Vanguardia’ afirma: «Tengo dos identidades y las dos suman». Otros no sentirán lo mismo. Lo respeto. Pero que no me impongan que yo renuncie a la mía.

4. Me parece vergonzoso que PSC e ICV se alineen borreguilmente con el nacionalismo en esta, como, desgraciadamente, en otras muchas cuestiones.

5. El eliminar la presencia del castellano no es una opción en favor de que los alumnos sepan catalán. Lo sabrían igual si una o dos materias se dan en castellano. Es una opción política de propaganda que pretende, junto a los planes de estudios y la tergiversación histórica, criar nacionalistas. Y contra más aislado y dependiente sea el «populacho» mejor. Eso sí, muchos de  de los que defienden estos postulados para los demás llevan a sus hijos a escuelas inglesas, suizas, alemanas o trilingües. Lo típico de los amantes de la doble moral «haz lo que yo diga pero no lo que yo haga».

6. He explicado otras veces que yo puedo ser independentista, por ejemplo hubiera estado encantado que las tropas aliadas llegaran al Ebro y se declarara la republica catalana. Depende de las ventajas y de los riesgos e inconvenientes. Hoy apuesto por una España federal en una Europa federal. Si varían las condiciones y los proyectos no lo sé. Pero lo que jamás seré es nacionalista. Me vacunaron los que me hacían cantar el cara al sol en el patio del colegio y no me educaban también en catalán.

7. Y todo eso pasa, mientras la sociedad civil continua siendo tolerante en su gran mayoría. No hace falta la presencia en la escuela del castellano para que continúe siendo la lengua de millones de familias catalanas. Como el franquismo tampoco acabo con el catalán como lengua de otros millones de familias catalanas a pesar de su persecución que denuncié y denunciaría si se reprodujese. La solución técnica es fácil. Pero los políticos no quieren soluciones. Quieren victimismo y elementos de división que creen les benefician.

Con esta actitud no es extraño que la tensión se desborde y asistamos cada día a más enfrentamientos por este y otros temas. ¿Puede ser que se fomente la confrontación civil por espurios intereses políticos? Parece que sí. Los políticos en vez de solventar problemas los inventan o los agitan en beneficio propio. La historia siempre se repite.