Carlos Carnicero en su blog: A propósito de la Corona 1ª parte

No es fácil; no es solo marketing de magos de la comunicación. Es dar un paso al frente y demostrar que la monarquía puede servir no a los poderosos sino, sobre todo, a los más débiles. ¡Parece una iniciativa imposible! Sería como el regreso de Ricardo Corazón de León…

El yogurt ya no caduca; la monarquía, no estoy seguro 

Nadie se ha molestado en desactivar las bombas de relojería que ha generado el sistema político español a través de los años. Y el temporizador, llegada la hora señalada, activa la espoleta. Y en ese momento, los biempensantes reclaman a la ciudadanía la responsabilidad que no han tenido sus dirigentes. Nos piden, a los que escribimos, que no escuchemos la explosión y que procuremos mirar a otro lado para ver si la bomba no se carga la institución solo porque se diga menos que ha explotado.

Ya empiezan a decirnos: “no podemos permitirnos el lujo de hacer saltar por los aires la monarquía, que es pieza angular del sistema”.

Empecemos a precisar. Quién está dinamitando la institución que dicen que sostiene al sistema es, en primer lugar, el Rey y su familia. Bueno, tal vez podamos ayudar, pidiendo que la transparencia se introduzca en la Casa Real. Averiguando quién es Corinne y porque le hemos pagado los garbanzos. Y cuanto se ha llevado por las gestiones que se le han encargado. Pero no podemos ayudar colaborando en quitar importancia a unos hechos que son en sí mismos, letales.

Si gestionan bien su desgracia, los miembros de la Casa Real, sus amigos y quienes les sostienen, tal vez puedan salvar la Corona. Y el único procedimiento sería conquistar la confianza de los ciudadanos. Un cambio demasiado radical para que parezca posible.

No es fácil; no es solo marketing de magos de la comunicación. Es dar un paso al frente y demostrar que la monarquía puede servir no a los poderosos sino, sobre todo, a los más débiles. ¡Parece una iniciativa imposible! Sería como el regreso de Ricardo Corazón de León para que pactara con Robin Hood. Tampoco queda claro en la historia y en la leyenda si esa alianza duró más que para un saludo.

Estábamos acostumbrados a verlos, al Rey y a sus hijos, de regatas, en fiestas, en bodas reales. Cazando elefantes a escondidas. Estábamos acostumbrados a no preguntar por qué los empresarios de Baleares, cuando tenían plata, le regalaban al Rey de España un yate de lujo para sustituir el que le habían regalado los amigos árabes de Juan Carlos, que se había quedado obsoleto. Ahora todo eso es ya imposible.

Dicen que dijo Sabino Fernández Campos, el servidor más listo y sincero que ha tenido el Rey de España, que en esa casa, en La Zarzuela, daba la impresión que no trabajaba ni dios; que estaban todo el día esquiando, de regatas y de compras. De eso, ya hace unos años. Ahora las cosas ya son distintas, por los menos en las formas, pero igual es un poco tarde. Como han saltado las alarmas, el príncipe Felipe se ha decidido a pasear por La Latina. Y el pasado verano la consigna fue “vacaciones de botijo”.

La explosión no se ha producido solo por la imputación de la Infanta Cristina, sino que, por simpatía y contagio, el  estallido se puede extender a la institución misma de la Monarquía. La sombra de Corinne también es alargada. Y el Rey de baja por enfermedad.

El goteo indignante de las andanzas de Iñaki Urdangarín, yerno del Rey, ha hecho rebosar el vaso. Y el juez, que parece que no se casa más que con su criterio, ha tenido que hacer lo inevitable. Poner en primer plano judicial el hecho ineludible de que la infanta cristina, al contrario de lo que pretende Ana Mato, que no veía el jaguar de su marido, tenía que participar en los manejos de Iñaki Urdangarín, porque para eso estaba sentada en el consejo de administración de sus empresas.

Y todo esto ocurre mientras observamos al delfín de Mariano Rajoy compartiendo, Alfredo Núñez Feijó, también en yate, -¡qué manías de nuevos ricos!-, con uno de los más reputados narcotraficantes gallegos. Mientras los ex altos cargos que se han encargado de privatizar la sanidad madrileña se ponen al frente de los negocios que han generado. Mientras Bárcenas es una caja de sorpresas para todo el mundo, menos para Rajoy. Y mientras el presidente del Gobierno se esconde en su propia televisión para lanzar proclamas en las que no cree nadie y se blinda de cualquier contacto directo con los periodistas y los ciudadanos.

¿Hay alguna mezcla más explosiva que todo esto para dinamitar un sistema político que ya no sirve y que los ciudadanos no reconocen?

Continuará.